La cultura popular defiende muchos falsos mitos sobre el sueño, que los desmentiremos a continuación. Hemos interiorizado hábitos poco favorables en nuestro sueño que es bueno conocerlos para poder evitarlos. Los 8 mitos populares erróneos acerca del sueño que desmentiremos son:
Se puede recuperar el sueño perdido.
Dormir más horas el fin de semana para compensar el dormir poco los días entre semana no nos permite recuperar el sueño perdido ni equilibrar las horas de sueño de toda la semana. Un estudio de la Universidad de Harvard afirma que dormir 6 horas cada día (menos horas de las recomendadas) durante 12 días seguidos produce efectos psicológicos y físicos similares a estar toda una noche sin dormir: irritabilidad, disminución de la precisión motora, cansancio, disminución del estado de ánimo, dificultad para concentrarse…
Roncar es molesto para las personas que duermen cerca, pero no afecta a la calidad del sueño.
Los ronquidos pueden llegar a ser muy molestos para los demás, pero también afectan a la salud y al sueño de quien ronca. Roncar es un signo de la apnea del sueño, patología que conlleva pausas o interrupciones en la respiración durante el sueño que disminuyen los niveles de oxígeno en sangre y tiene efectos cardiovasculares a largo plazo, ya que para conseguir más oxígeno el ritmo del corazón se altera. Las personas con apnea del sueño se despiertan en ocasiones con sensación de ahogo y no tienen un sueño reparador, por lo que la persona no descansa como debería. Esto aumenta las probabilidades de sufrir accidentes laborales o de tráfico. La obesidad se ha visto que es uno de los factores determinantes en el mantenimiento de los ronquidos, ya que la laxitud de los músculos abdominales y la acumulación de tejido graso en la zona del cuello dificultan una correcta respiración por las noches.
Al dormir aprendemos cosas.
No aprendemos nuevos conocimientos mientras dormimos (por ejemplo, si me pongo una grabación del tema que me tengo que estudiar mañana), sino que se fijan los conocimientos que hemos aprendido durante el día. Por eso es importante dormir el número de horas adecuadas cuando estamos en periodos de estudio o en época de exámenes para fijar todos los nuevos conocimientos.
Tomar una copa de alcohol nos ayuda a dormir.
Este mito popular es muy conocido y muy utilizado en la población, pero no tiene base científica ninguna. Cuando ingerimos alcohol tenemos somnolencia, pero la calidad del sueño empeora. El alcohol reduce la fase del sueño profundo, la fase REM, y altera el efecto reparador y la profundidad del sueño, por lo que dormimos peor cuando ingerimos alcohol en las horas previas a irnos a la cama. Además, el alcohol aumenta la probabilidad de roncar, lo que también dificulta un correcto descanso por esa parte. Lo más recomendable para descansar bien es no excederse con las cantidades de alcohol y tomar la última copa dos horas antes de irnos a la cama, para que la concentración de alcohol en sangre sea baja y podamos descansar mejor.
“Yo duermo mejor con la televisión encendida”
Hay personas que se han acostumbrado a dormir con ruidos de fondo o con la luz de la televisión, sin embargo, este hábito no es el mejor para descansar. Durmiendo con la tele encendida, no dormimos totalmente a oscuras, y esto es una pauta básica en la higiene del sueño, ya que cuando no hay oscuridad plena en el lugar en el que dormimos nuestro descanso no es tan profundo como debería. Esta medida resulta fundamental en el correcto descanso ya que nuestro reloj biológico se encuentra sincronizado con los ciclos de oscuridad y luz, y la luz artificial, como la iluminación de la televisión, rompe ese ritmo y puede provocar sensación de sueño no reparador, insomnio, trastornos más graves del sueño, obesidad e incluso depresión. Hay estudios que demuestran que incluso la luz del móvil cargando, el piloto encendido del televisor, y la luz de la farola de la esquina de la calle puede llegar a alterar el sueño y el metabolismo del cuerpo, provocando un mayor índice de obesidad en la población. Por ello, se debería de evitar el uso de la tecnoiluminación de los dispositivos electrónicos (móviles, tablets, ordenadores, libros electrónicos, televisiones…) de una a dos horas antes de irnos a dormir
Contar ovejas ayuda a dormir.
Esta creencia popular no resulta efectiva, de hecho, se ha visto que esta práctica fomenta la activación de nuestro cerebro, e impide la inactivación del mismo. Resulta más efectivo practicar técnicas de relajación (como la respiración diafragmática , la técnica autógena, o la relajación progresiva de Jacobson…) o técnicas de imaginación estructuradas, en el momento de irse a dormir. También se ha demostrado en investigaciones que si llevamos 20-25 minutos sin poder conciliar el sueño, puede ser efectivo el levantarnos y hacer alguna actividad que no requiera concentración o mucho esfuerzo físico, que nos canse y así recuperemos las ganas de dormir.
“Yo nunca sueño”
La sociedad actual piensa hay noches que soñamos y otras noches que no lo hacemos. Sin embargo, esto no es así. Cuando soñamos se activan las mismas regiones cerebrales que se activan cuando tenemos que recordar las cosas, por lo que no siempre podemos recordar lo que soñamos. En ocasiones, la memoria no llega a archivar lo que hemos soñado, por lo que por la mañana no podemos recuperar ese contenido. Cuando recordamos lo que hemos soñado, solo recordamos algunas partes de los sueños, pero no todos, ya que para el cerebro resulta complicado soñar y archivar a la vez.
Hacer deporte nos cansa y dormimos mejor esa noche.
Esta creencia depende de en qué momento del día realicemos la actividad física. Si realizamos deporte dos horas o menos antes de irnos a dormir, es probable que esa noche durmamos peor y nos levantemos con una sensación de sueño no reparador. Si realizamos una actividad física dos horas antes de irnos a dormir activamos al cuerpo y el metabolismo, que con sólo dos horas no le da tiempo al cuerpo a desactivarse del todo, por lo que nos acostamos con el cuerpo un poco activado, y esto no favorece un correcto descanso. Realizar una actividad física moderada de 15 a 20 minutos cada día es muy recomendable y mejora nuestra salud, sin embargo, debemos tener cuidado no hacerla a ultima hora de la noche, para no irnos activados a la cama y así descansar de forma reparadora, que también resulta una actividad fundamental para la salud física y mental.