Las emociones son una parte fundamental de toda vida humana, siendo muchas veces la causa más inmediata del sufrimiento.
A algunas de nuestras emociones como el odio, la tristeza o el miedo, las llamamos emociones negativas, ya que generan en las personas estados de malestar e insatisfacción. Aquí las llamaremos emociones desagradables o dolorosas, puesto que, si bien es cierto provocan estados de dolor, todas ellas tienen una razón de ser, la cual debería ayudarnos a resolver conflictos en lugar de a crearlos.
¿Por qué muchas veces nos hacen sufrir? Porque luchamos contra ellas en lugar de aprender a reconocerlas y regularlas.
Definición y Origen de las Emociones
Las emociones se originaron en los seres vivos como mecanismos que facilitaban la toma de decisiones ante la extensa estimulación presentada en su hábitat. ¿Qué hacer si me persigue un león? ¿Y si mis crías tienen sed? ¿Me acerco o huyo?
Las emociones son fundamentales, sin ellas no podríamos recordar, aprender ni tener relaciones sociales. Son respuestas que elaboramos ante un determinado estímulo. Se trata de información que nos da nuestro cerebro ante una determinada situación, empujándonos a reaccionar de diversas maneras.
Determinadas emociones (miedo, tristeza, rabia), cuando se vuelven crónicas, llegan a ser perjudiciales para la salud y las relaciones personales. Ignorar o reprimir una emoción no solo no evita sus consecuencias negativas, sino que las intensifica. La alternativa sería regular la emoción, expresarla conscientemente.
Regulación Emocional
La «Regulación Emocional» es la capacidad para manejar las emociones de forma apropiada. Es el proceso por el cual uno influye en qué tipo de emociones siente, cuándo las siente, cómo las experimenta, cuánto duran y cómo las expresa. Pero antes de la regulación emocional, tenemos que aprender a desarrollar la “conciencia emocional”, de hecho, solo cuando seamos capaces de reconocer las emociones en nosotros, podremos pasar a regularlas.
La “Conciencia Emocional” es el soporte inicial y fundamental para llevar a cabo un proceso de regulación de emociones.
Conciencia Plena
Una de las cosas que más sufrimiento añade a las experiencias dolorosas es alimentar la emociones con pensamientos negativos recurrentes (juicios, evaluaciones, interpretaciones…).
A través de la “Atención Plena”, podemos:
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Observar los matices de la emociones; es fundamental tomar conciencia de cada emoción, ya que todas ellas son valiosa información personal (necesidades, deseos, miedos…).
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Crear una pausa entre el estímulo y la respuesta; no te dejes arrastrar por la emoción, ni por los pensamientos recurrentes asociados a ellas.
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Modular la respuesta; ¿qué emociones debo expresar y cuáles es mejor dejar pasar hasta que se debiliten?
Para terminar, os propongo un sencillo ejercicio:
Durante esta semana, fíjate qué grado de conexión tienes con lo que está pasando a través de formularte estas preguntas:
Día de la semana:
¿Cuál fue la experiencia?
¿Fui consciente de los sentimientos desagradables?
¿Pude detallar las sensaciones corporales?
¿Qué pensamientos, emociones o sensaciones aparecieron?
¿Qué emociones aparecen ahora al recordarlo?
Tener conciencia de las propias emociones y regularlas, nos permitirá conocer las propias capacidades y limitaciones de nuestras vivencias emocionales, ayudándonos a desarrollar una vida más plena y sencilla.